Trapa, chocolates de leyenda
El dios azteca Quetzacoatt entregó al hombre los primeros granos de cacao por su devoción. A partir de ese momento, el Xhocolha se convirtió en algo sagrado y fue ese el motivo de que Moctezuma se lo entregara a Hernán Cortés como ofrenda de paz. Eso cuenta la leyenda.
Y en leyenda se ha convertido Chocolates Trapa. Sus inicios se remontan a finales del siglo XIX, en concreto a diciembre de 1891, cuando un grupo de monjes se instalan en el Monasterio Trapense de Palencia. Son ellos los que ponen la fábrica en marcha por primera vez.
Mantienen la actividad hasta 1960, cuando deciden vender la fábrica y sus fórmulas. Cuatro años después nace la Sociedad Chocolates Trapa, que empieza a adaptarse a las necesidades del mercado sin dejar su toque más tradicional. Un buen ejemplo son los Bombonísimos, los primeros bombones de la empresa (1969).
En 1982 Chocolates Trapa empieza un periodo de cambios importantes. Rumasa adquiere la marca, que un año después pasa a manos del Grupo Prevert. El ciclo se cierra en 1992, cuando es absorbida por Nueva Rumasa y se invierte en nuevas líneas de trabajo, la ampliación de las instalaciones y la diversificación del mercado.
Esto último no llega hasta en el año 2000, cuando se empieza a comercializar miel bajo su marca. Para ello se construye una fábrica exclusivamente para este sector y con la tecnología más novedosa.
Para el año 2006 se decide hacer un cambio en la dirección de la empresa. Con nuevas inversiones, se amplían las instalaciones de Palencia y tras un estudio se le hace un ‘lavado de cara’ a la imagen de marca que coloca a Trapa como un claro competidor en su sector.
En 2013 vuelve a cambiar de manos tras ser adquirida por Europaline, que deciden a ampliar las instalaciones de nuevo tres años después.
Trapa mezcla las fases de producción con la mejor tecnología y controles estrictos para certificar la calidad de sus productos. Algo que les ha funcionado a la vista de la gran presencia que tienen en el mundo. Más en concreto en América, Europa del este y Asia.
Una leyenda que se sigue construyendo día a día y es posible gracias a su pasión por el chocolate.